La alimentación ya no es lo que era.

Procesos industriales de elaboración de productos alimenticios, agricultura química intensiva, sistemas de cosecha y almacenamiento, contaminación ambiental, etc… Todo ello empeora si, además, se adoptan hábitos de autointoxicación como fumar, tomar alcohol, drogas, abusar de las proteínas animales, de las grasas, de la sal, del  azúcar, etc…

Debido a la ingesta de alimentos y productos alimenticios de bajo/muy bajo valor nutritivo, el organismo humano se va empobreciendo en nutrientes (vitaminas, minerales, oligoelementos, et…) que, de no ser repuestos, entrañan déficits nutricionales más allá de las típicas enfermedades por avitaminosis, como el escorbuto (carencia grave de vitamina C) o el beriberi (de vitamina B1 ) en lo que denominamos subcarencias nutricionales.

La Nutrición Ortomolecular (aporte de macro y micro nutrientes a través de complementación alimentaria) señala que si no disponemos de los niveles adecuados de nutrientes en nuestros organismos, éstos primero se debilitan para entrar después en las fases de enfermedad aguda, subaguda o crónico-degenerativa. Por ejemplo una subcarencia en vitamina C puede entrañar un descenso del sistema inmune. O un descenso en calcio o magnesio pueden derivar en problemas de espasmofilia, desembocando, por ejemplo, en contracturas musculares.

El gran aporte de nutrientes no puede abastecerse únicamente, en la mayor parte de los casos, por una dieta por muy “enriquecida” (alimentos “funcionales” como por ej. los enriquecidos en omega-3) y biológica que ésta sea sino que puede necesitar de un aporte específico de suplementos nutricionales que puedan restablecer la normalización bioquímica del organismo. Hay que restablecer los biocircuitos afectados por dichas subcarencias. Todo ello nos lleva al concepto de Nutrición Ortomolecular, es decir, proporcionar la cantidad óptima (orto)  de moléculas (molecular) nutritivas necesarias a fin de mantener un correcto funcionamiento de nuestro organismo. Esto es especialmente válido para aquellas personas que viven en un hábitats contaminados, en condiciones de estrés y con tendencias al sedentarismo.

Nuestra alimentación debería compartir la buena “cocina de la abuela” (hay que dedicar tiempo a una cuidadosa elaboración de  nuestras comidas)  con “las píldoras hipervitaminadas" (suplementación nutricional).

LA DIETA ANTIINFLAMATORIA

Es mucho el interés social y sanitario que se ha venido mostrando en estos últimos años por lo este tipo de DIETA que, aunque no se trata de una entidad específica dentro de la Dietoterapia Académica, ha ido constituyendo un considerable “corpus” de conocimientos a su alrededor pues diversas disciplinas como la Epigenética , la Psiconeuroinmunología, la Genómica o la Biología Molecular. Han ido acumulando más y más evidencia científica de sus beneficios tanto en la inflamación crónica convencional (artritis, enfermedades inflamatorias intestinales, etc) como en la más moderna versión denominada “inflamación crónica de bajo grado” (Inflammaging) que tiene incidencia en enfermedades de civilización tales como obesidad, diabetes tipo-2 o las enfermedades cardiovasculares entre otras.